¿Qué queremos?, ¿Cómo lo queremos?, ¿En cuánto tiempo lo queremos?…

 

Un sinfín de preguntas y sólo nosotros tenemos las respuestas. Parece que cada vez agregamos nuevas cosas a nuestra lista de deseos y metas por cumplir, pero ¿Qué queremos realmente? Lo ideal sería trazar nuestro plan de vida y para ello es importante que llegues a un acuerdo contigo mismo en cuanto a qué es lo que realmente quieres.

 

Un Proyecto de Vida puede iniciarse teniendo en claro, lo siguiente:

 

  1. Visión personal.
  2. La misión personal.
  3. La administración del tiempo.
  4. Metas en lo familiar.
  5. Metas desde el punto de vista académico.
  6. Metas en tu proyección social, laboral.

 

Esto  contribuye e impulsa el crecimiento de la persona, en diferentes aspectos de su vida.

 

La relajación es el primer paso para lograr concentrarse y poder aplicar muchas de las técnicas de desarrollo personal, principalmente la visualización y todas sus variantes. No importa cuál sea la técnica, ya sea una sencilla o una más mística, lo importante es que tenga el resultado adecuado, que es alcanzar la relajación para visualizar y plantearnos lo que queremos en nuestra vida.

 

Tener un proyecto de vida es fundamental para encontrar un rumbo a nuestras acciones y no vivir a la deriva, desperdiciando los talentos y habilidades personales que se poseen. Se debe tener aspiraciones y metas en la vida según los ideales de la sociedad. Para lograrla, es fundamental conocerse a sí mismos y aprovechar las habilidades personales porque esto permitirá proyectarse al futuro para cumplir con las metas trazadas.

 

Un plan de vida no busca que todos los sueños se hagan realidad, ya que esto es casi imposible, pero si busca concretar algunos de éstos en metas realistas que ayuden a la persona a reflejarse y a trazar su trayectoria de vida tal y como le gustaría que fuera.

 

La forma de percibir lo que nos sucede determina en gran medida el éxito o el fracaso en una acción; es lo que los expertos denominan “realidad percibida”. En primer lugar hay que aprender a estimarse a sí mismo, es decir tener amor propio, porque, “el concepto de uno mismo es el destino. O más exactamente, tenderá a serlo”. Dice Nathaniel Branden.

 

Quererse a sí mismo no significa consentirse todos los caprichos y abandonarse sin control a los deseos que se tengan. Para conseguir resultados en todos los campos es necesaria una buena dosis de disciplina, tanto para ejercer la autoestima como para perseverar en el tiempo y en el esfuerzo hasta obtener las metas deseadas. La autoestima requiere además tener la capacidad de renuncia y elección, (saber aplazar los deseos momentáneos de satisfacción inmediata en favor de otros mucho mayores en el futuro, y al mismo tiempo, saber elegir de entre las muchas posibilidades, la más acertada al momento y a la ocasión) es en definitiva una sabia mezcla de libertad, flexibilidad, capacidad de aprender de las situaciones negativas y de los propios errores; no hundirse ni dejarse abatir cuando llegan las situaciones adversas, que siempre llegan, incluso a los más preparados. Vivimos en una época de grandes retos y exigencia personal.

 

Un maestro en la práctica oriental del zen aconseja que “hay que tener conciencia de lo que sentimos para saber qué pensamos, qué decimos y qué hacemos”.

 

La visión debe entenderse como la capacidad de desarrollar un proyecto de futuro, un sueño, un anhelo, un objetivo trascendental que se debe alcanzar.

 

La misión es la acción cotidiana que define la identidad y tarea de un individuo o grupo. Podría resumirse en las preguntas como: ¿Quiénes somos? y ¿Para qué estamos en este mundo? En otras palabras, una misión es la razón de ser o existir de dicho individuo o grupo y la causa y fin de su actividad. Los valores constituyen el conjunto de principios o reglas esenciales del juego bajo las cuales se van a guiar las actitudes y conductas de las personas y los grupos.

 

Perseverancia no significa cabezonería, ni mucho menos falta de estrategia. Insistir no siempre es lo recomendable para solucionar los problemas o emprender acciones de éxito. Pero lo cierto es que muchas veces no se consigue lo que se desea porque abandonamos antes de tiempo, porque no existe una verdadera apuesta personal y un autocompromiso por conseguir lo que deseamos. Las cosas realmente valiosas de la vida exigen esfuerzo, tienen su precio.

 

El genio de los ordenadores, Bill Gates dice que “La determinación es un ingrediente importante del éxito, pero no le des demasiada importancia. La determinación por sí sola no garantiza nada. Debes estar motivado por algo más que el puro deseo de conquista”.

 

  1. Aspira (vive) hondamente tu vida.
  2. Ama no sólo lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser.
  3. No corras tras los placeres, pues puedes tener la desdicha de alcanzarlos y te puede pasar lo que al hijo pródigo.
  4. Mira siempre hacia adelante, que en los nidos de antaño no hay pájaros volando ayer es historia y el hoy es un presente, un regalo.
  5. Mira siempre con el corazón y no sólo con los ojos.

 

Definir de la forma más exacta posible el objetivo que se pretende lograr. Formularlo en positivo, es decir, pensar en lo que se quiere, no en lo que se teme o lo que no se desea.

 

Ten en cuenta que los objetivos deben ser a largo, mediano y corto plazo. Luego de eso, toca analizar ¿Cómo lograr dichos objetivos? No todo llega tan fácil, cada cosa requiere su esfuerzo. Una vez que tengas las cosas claras, todo se hará más fácil, solo bastara poner acción y mucha voluntad de tu parte.

 

La psicología ha demostrado que estar motivados para hacer cosas es un aspecto dinámico del comportamiento que nos permite evolucionar y progresar. Luchar por conseguir, por lograr algo que consideramos relevante da más sentido a nuestra vida que no tener objetivos. Un desarrollo personal sano lleva implícito la necesidad de realizar actividades relevantes en las áreas más importantes de la vida, tener objetivos, ilusionarse por ellos, conseguir metas y saber valorar todo el proceso.